miércoles, 21 de julio de 2010

NOCHES DE KAFKA

Dura vita, sed vita. Cuantas verdades se encierran en una sola. Puedo extender esa frase a tantísimas situaciones, tan diferentes una de otras... Momentos duros, emociones encontradas, sentimientos que de pronto aparecen y no sabes por qué están ahí o cómo y cuando llegaron. Y definitivamente a lo que dan cuenta mis ojos cuando me detengo a mirar la realidad, otra, que no es la mía…cuando pienso en esa consigna, pienso, inmediatamente, en un libro y pienso en él justamente porque esa es la razón por la cual siempre estará en la cima de cualquier pila de libros que tome para los momentos de emergencia sub realista. Más, en un día como hoy.

Los surrealistas, los existencialistas, los sionistas, los seres tan “normales” como yo; pugnan por adjudicarse la esencia, la interpretación del verdadero significado de la obra de Kafka… Yo, ciertamente, siempre la he visto como él: distinto, ajeno, extranjero…La metamorfosis no es, definitivamente, mi libro favorito; es el libro que me deja un sabor extraño que conmemora algún recuerdo no habido en mi mente, es el libro ajeno que siempre he tratado de entender, es el que leo cuando suceden hechos incomprensibles y es, en definitiva, el libro que le diría a todo el mundo que debe leer -al menos alguna vez en la vida-. Tiene demasiados contextos, una vastedad de interpretaciones única y especial, y está dotada de una carga emocional tan intensa que es imposible entrar en ese viaje y no terminar completamente abrumada. Y es que, ¿quién no se ha sentido un insecto alguna vez? En situaciones extrañas y disimiles; desde relaciones en las que terminé siendo vista como una especie de criatura mala y extraña, hasta momentos de mi vida en que me sentí impotente por cosas que pasaban alrededor, con todas las fuerzas y todas las ganas del mundo de hacer algo para cambiarlas, pero sabiendo que, algunas veces, la resignación consiste en aceptar la realidad y descubrir que frente a ella no somos sino un insecto.

Quizás ésa es la circunstancia que me lleva a reseñar esta obra ahora y no antes, y no después. Cuando te das cuenta de los sucesos que acechan, sin que muchas veces los dejes entrar en tu vida. Cuando la impotencia, aunque impasible, ciega y sorda, te susurra al oído cuando tomas el taxi, cenas en un restaurant con tus amigas, o cierras las ventanas de tu cuarto por la noche…Es cuando te preguntas que tan ruda es la vida, desigual este mundo, y cuáles son las respuestas a innumerables preguntas que rondan por la cabeza; “las leyes de la naturaleza”; y si ciertamente, cada uno de nosotros nos merecemos lo que tenemos día a día…Y es entonces, que me doy cuenta que despertar y encontrar la realidad que conocemos es algo que debería y deberíamos valorar con más de un puñado de fuerzas. Ahora sé, que esa metamorfosis significa un despertar en un día convertido en algo totalmente diferente a lo que fuiste: despertar y haber perdido todo lo que conocías, ver que todo alrededor cambia, ha cambiado sin que pudieras hacer algo para impedirlo; no podías preverlo, ni puedes explicarlo y ya ni siquiera pensar en controlarlo. Porque para la mayoría de personas, vivir es natural, sencillo y trivial, efecto y causa de una ecuación normal, es el resultado lógico de todas las cosas que hacen en su día a día, en la vida cotidiana ¿Vivir o sobrevivir? Sin evitar sentir que mis pensamientos se deslizan en un pozo oscuro de película de espanto; descubriendo mis manos sin hacer nada para cambiarlo…No sé, es una palabra que debería decir a menudo, o tan sólo reconocerlo; Kafka, sin duda, sí supo…por eso, y porque toda persona debería tener este salvavidas a mano en su biblioteca, para cualquier circunstancia que lo requiera, dejo este mensaje aquí, antes de entregarme a la acción concreta de ayudar a quienes lo necesitan.

A menudo les digo, a quienes siempre tienen parte de mi, que mi conciencia es selectiva y de memoria frágil, a prueba de corta duración; pero hay noches en que los susurros te pillan despierta a las 6 de la mañana y con ello llega un nuevo día acompañado del olvido, que en mi, siempre es un proceso de cura y no una automutilación.

1 comentario:

Alonso Calhin Guerra dijo...

Dia a dia le doy un vistazo de tigre a la bitacora y hoy me doy con la buena nueva.
Es como ser o no ser, o cuando serlo, muy Kafkiano no?
Da igual, un abrazo con toneladas de nostalgía y cariño y etc mas.

A lo muy lejos, y como dirías tú, ni modo muchacha y eso pues.