No era más que uno de esos sábados en los que te provoca hacer y no hacer, finalmente y después de muchos intentos fallidos, quedas embaucado frente a la pantalla del televisor.
Es cuando veo a Lucia, una bonita más no despampanante mujer, de ojos negros, cejas pobladas, y cabello oleado, alborotado.
Sentada al lado de la barra de un bar, bebía un trago, no estoy segura de que tipo, pero se podía percibir por los gestos de ella, que no era nada sutil a su garganta. Se le notaba nerviosa, ansiosa. Visiblemente preocupada como esperando el momento decisivo.
Del otro lado del bar, dos hombres conversan sin mucho afán, uno de ellos, el más guapo, a mi parecer. Se dirige a tomar una lata de cerveza del dispensador, como conjeturarán la maquina esta cerca de la mesa de la chica.
Ella busca encontrar la mirada de él, consiguiéndolo sin mucho esfuerzo.
-¿puedo hablarte?- le pregunta casi como dando un suspiro
-¿ahora?- responde él azorado. Ella asienta con la cabeza.
-ahora estoy con un amigo, pero vale- dice esperando que ella empiece hablar.
Posteriormente se sientan a frente a frente, él la mira curioso mientras ella abre la boca para decir las palabras menos imaginadas por esta televidente.
En tan sólo cinco minutos, declara el vehemente y ardoroso amor que profesaba hacia él, las innumerables veces que lo siguió, siempre escondida, con el hecho de mirarlo de lejos y el único e inmenso deseo que tiene como objeto de su vida; vivir a su lado. Todo ese rollo a un perfecto desconocido.
Para este momento, el hombre esta más que desconcertado, quizá que no haya caído de su silla fue mero toque antiromantico de la escena.
-¿hay algo más que quieras de mi?- pregunta él
-si-dice ella, tratando de jugarse su última carta- que algún día me llegues amar.
Él hombre se levanta de su asiento y ella cree desmoronarse, más cuando crees que la película va tener pizcas de realidad, este la besa y tomados de la mano marchan a emborracharse y celebrar la nueva y pomposa relación que formaron en minutos de conocerse. Cabe puntualizar que el hombre, era un reconocido escritor, tal vez porque sólo un escritor podría cometer semejante acto de valentía.
A esta altura de la noche, ya enganchada con la película, me pregunto, si no serian más fáciles las cosas si nos dejásemos llevar por nuestras verdaderas emociones, libres de ataduras, sin mascaras, sin fingimientos, sin falsos orgullos, sin sonrisas sin fundamento, sin miles de porques. Por que no solamente encontrar al tipo que te quita ciertas noches de sueño y te diriges a él para decirle lo que sientes, si funciona bien y si no, por allí habrá otro que espere escucharlo. Por que siempre esperar una llamada, esperar la primera cita, esperar que ellos den el primer paso. Tal vez ellos no saben lo que se pierden sin nosotras, o tal vez nuestra, vanguardista sociedad aun no esta preparada para estas escenas de mujeres desesperadas, pero es que realmente si ella no hubiese tenido el valor de confesarlo, él jamás la conocería y jamás hubieran vivido todos aquellos momentos, dignos de envidia.
Me pregunto, que pensaría un hombre si me sentase frente a él a decirle que quiero vivir con él porque lo amo insensatamente, probablemente escucharía una sonora carcajada o tal vez, pensaría que tengo cierto trastorno mental.
Fuera lo que fuera, es mejor de vez en cuando dejarse llevar por un poquito de emoción y quizá arriesgarnos a realizar lo irrealizable.
lunes, 27 de noviembre de 2006
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3 comentarios:
A titulo personal, pienso tan igual que tú, si ahora nosotras como mujeres, ocupamos cargos que antes ni pensarlo!!! realizamos actividades que ni soñabamos antes, por que ahora no podemos elegir al hombre q nos gusta e ir por él, la caza no se hizo solo para el sexo masculino.
entiendo la sorpresa del hombre, a mi me paso algo parecido, y que tal que me quede tan igual. Aunque ella y yo, ya nos conociamos desde un tiempo. Para salir de la rutina no estaria mal, pero si se hace costumbre perderia el encanto femenino, y no soy machista.
Apuesto por dejarse llevar. Por tomar la vida como vaya viniendo y no conformarnos con lo que nos dé. Hay una canción, de La Cabra Mecánica, que dice: es la falta de amor, la que llena los bares. Me temo que es cierto. Muchas noches salimos a la búsqueda del príncipe azul, de la princesa, y volvemos borrachos y solos. Brindo por ti, Gabriela.
Carpe diem.
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