ENTRE VIAJES Y NECESIDADES

Nunca antes me había parecido tan horrorosa una película de súper héroes. Ni siquiera sé cómo me atreví a entrar a la sala N#4 del cine donde siempre veo películas más que catatónicas…

Esto puedo basarlo a mis anticuerpos al cine, y a la gente sin identidad; sobre todo a lo segundo; lamentablemente en mis días sin inspiración suelo ser susceptible. No fui educada en un colegio donde te tocaba ser un número. Lamentablemente, siempre fui una personalidad, con inquietud, voz y voto, siempre a la vista de todos y en el ojo de la tormenta. El mismo lugar me toco en mi familia: siempre fui la agrandada, la revoltosa, a la que mi papá tenía que mirar amenazadoramente más de 22 veces en medio del almuerzo, desayuno o cena, el medio de la mesa. La que nunca fue invisible.

Paralelamente siempre he sido de guardar espacios de intimidad: escribí cuentos de niña, pasaba horas imaginando mundos con mis muñecas y libros, mi primer libro fue El Libro de la Selva, y desde siempre con los audífonos puestos (Tuve mi primer walkman a los 8), siempre con un libro en la mochila y siempre lloré con la intimidad de la puerta del cuarto cerrada. Nunca me costó ni medio céntimo, decir las cosas con franqueza o discutir las cosas cara a cara. Siempre disfrute poniendo en aprietos al resto, en ver el rostro menguado o incrédulo del otro. Siempre disfruto alguna mentira y sobre todo, siempre me enseñaron que en algo tenía que ser la mejor… No es sorprendente decir que nunca me costó vivir con la desaprobación, con la falta de perdón, especialmente con la dramática impulsividad con la que me levanto todos los días a desarreglar el orden natural de las cosas…

Así pues va resultando que siempre he llevado las cosas hasta su extremo más ridículo y radical. Así resulta que pensar en el futuro me causa una ansiedad terrible y una impavidez alucinante. Así ha resultado que regreso al calor de tu sabia paciencia todas las noches. Así es que no logro decidir una imagen, un disco o una canción, a veces ciertas noches las despojan de ese saborcillo a seducción de vino tinto y las desnuda a nivel de intimidad que va tocar con un guante aterciopelado, esta milonga de hoy es como un gemido o un aullido de pura necesidad de poesías con imágenes de mujeres deslumbrantes, de realidades crudamente hermosas, versos difíciles de explicar pero fáciles de evocar con el tacto, con el gusto…Por eso amo a Sabina, y hoy no lo encuentro… "pezones de fresa, lengua de Carmelo, corazón de bromuro, adioses verdugos"…Hombres fatales, incorrectos, poetas malditos, el mal partido por excelencia o la debilidad endémica de las diosas. Estoy segura que Sabina me escribiría una canción en una noche como esta…

El otro día sentada en mi jardín, fumando un cigarrillo, y lloviznaba tanto y yo sin abrigo, empecé a creer que todo podía cambiar, encendía otro y otro, pisaba deseos y aguzaba bien el oído, la llovizna me corría las ganas, mi bata azul se llenaba de gotitas y yo que no dejaba de suspirar y amar a Sabina, pero cuando te vas no sólo te llevas un poco de magia, burla y encanto, si no discos de nocturna recopilación…sumamente necesarios!!!