miércoles, 10 de octubre de 2007

SIEMPRE LORENA.

En la cabeza ya no guarda memoria, ni de su nombre, ni de los mejores años, que algunos de sus más atesorados recuerdos los guarda en un baúl; y de cuando en cuando los desempolva, los observa, los acaricia, tratando de regresar el futuro al ayer perdido de una época de dorado y esplendor. Dicen que los brillantes cabellos color caoba -que caían en bucles por sus hombros- se tiñeron cenicientos, añejos. Dicen que la lozanía de la nívea piel de su rostro, se atesta cada día de surcos que malsanamente sellan la diferencia de un ayer. Dicen que se asoma mañana, tarde y noche; por el antiguo balcón de madera, que le hace recordar una desgastada puesta de escena, en el luminoso teatro -cuando más radiante ella- colmado de gente que olía a riqueza. Dicen que busca entre la gente una pupila que le recuerde una imagen que ya no identifica frente al inmenso espejo enchapado en oro. Aquel espejo, que le obsequió, muy generosamente, un coronel que concurría cada sábado, siempre de blanco impecable. Dicen que algunos recuerdos majestuosos vuelven del ayer –rara vez- levanta la vista dilatada; observa al horizonte, esperando, ansiando, volviendo la vista a las manos que enturbian su presente.












Sin embargo, ella se pone su bata roja, para cubrir un camisón desteñido al que guarda cierto cariño, porque fue el último que le regaló su madre. Que en paz descanse, hace ya casi un siglo. Aquella bata roja que le devuelve los años que sedimentaron su pasado, el pasado que no recuerda, pero que aún respira con nostalgia. Entonces se asoma a la ventana para ver llegar a su hermano, por si se pierde, como un vigía vigila a otro. Ella sabe que él está abatido, porque más de un día, mientras comían en silencio en el viejo salón vacío de cortinas roseadas de alquitrán, le ha dicho que no aguanta más este silencio, el sepulcral silencio de un salón que otrora reventaba en bullicio y enredadoras risas. Por eso sale al balcón, aferrada al rojo de su bata, para cerciorarse –al menos imaginar que lo hace-, de que su hermano regresa del camino que le lleva al cementerio. Dicen de él, que está medio loco, camina paso a paso detrás de un perro sucio. Dicen de él que no aguantó en las trincheras, que escapó por los montes, que desertó ladera abajo. Dicen de él que no volvió a ser el mismo desde que volvió pasados los años, mucho más viejo, con el andar más pesado; arrastrando sus botas como si en ellas llevara el peso de mil cuerpos. La verdad es que él camina por alejarse de la opresión del salón vacío de las enormes cortinas rojas, más que la sangre misma. Para escapar del silencio roto, de una conversación extinguida. Para huir de la vieja bata, que tanto le recuerda el día en el que tuvo que escapar monte arriba, huyendo sin saber de qué, corriendo sin saber parar. Por eso sale cada mañana hacia el cementerio, para preguntarse porque él está sobre las tumbas sin nombre, y no dentro de ellas. Y como no encuentra respuesta regresa al pueblo, siguiendo al perro, obviando la mirada de bata roja que le vigila igual que vigilan los cipreses a los muertos.

7 comentarios:

Nico dijo...

Tu tienes la Narracion del corazon, es hermosa la historia de Lorena marchitada por los años, con la nostalgia de un pasado con El, y de ella. Amiga de Peru!! Grabriela Querida!! Es precioso esto!! te juro que me fascinan tus textos divinos.

Gracias Gabi querida!! por tus palabras, por tu apoyo, afecto y cariño atravez de de este medio.

Sinceramente Gracias.

Nicolas.

Enrique de Santiago dijo...

Que bello relato amiga, que sutil y bien construido, es una prosa en forma poética, muy delicado, con una figura descriptiva muy potente. Me ha encantado, y te agradezco esta entrega, que además posee una carga semántica uqe me transportó. Ciertamente bello.
Sinceramente.
Un abrazo
p.d. Como me ppuedo conseguir el libro que me recomendaste, pues puede ser que aquí en Chile ni tenga canales de distribución

Jorge Atarama dijo...

Mi corazón modifica sus latidos al leerte y tiene sensaciones extraordinarias. Eres una poeta que le canta a la vida en sus diversas facetas. Roguemos a las energías universales que la mayor cantidad de seres humanos disfruten de tu letrado cantar. Un abrazo emocionado y fuerte Gabriela.

Anónimo dijo...

Veo que tienes una chistera de la que sacas ficciones en vez de conejos. Y algunas líneas, muy atrayentes.

Fernando-

@Igna-Nachodenoche dijo...

Agil, prosa amena, engancha, y a menudo se suceden situaciones similares.

Gran pregunta en el final.
Hay muchas a las cuales no encontramos respuestas.

Un abrazo.

markín dijo...

Imágenes pululantes, centellando una descripción... e igual que el hermano, nos detenemos a pensar en esa bata roja, y el tiempo que se va.
mientras aún, no nos vamos... y seguirmos como ciegos , el sonido de la vida, muchas veces sin saber donde ir.

Adiós.

Nico dijo...

Gabi, paso a dejarte un besote, que andes bien.

Nicolas.