He caminado por las calles, cargado mis pulmones del denso aire que acaricia las edificaciones. He visto más mendigos de los habituales. Todos con el semblante agridulce, deslucido y la voz afligida a flor de sus curtidos labios. He sentido groseras miradas sobre mí. No les hecho caso. Es una pena que en esta ciudad no llueva, es una pena que a media noche no haya un sólo café abierto. Es una pena que una pareja no irradie la magia que conquista el amor. La ilusión propia de los enamorados. De los que conquistan el mundo con la sonrisa, con la mirada.
Algún día cuando nos sobre el tiempo caminaremos tomados de la mano por las calles de París, bajo la lluvia de hoy inexistente, capaz de lavar mi alma, capaz de tranquilizarla. Tomaremos un café y tu mirada representara la mía; mañana, cuando nos sobre el tiempo, será. Algún día cuando nos sobre el tiempo, beberemos muchas copas de más, zigzaguearemos por las calles, despreocupadamente reiremos. Cuando nos sobre el tiempo dormirás entre mis sabanas, nunca más permitirás que el recuerdo despoje airadamente el esplendor del presente que forjamos con tanto esfuerzo.
El invierno se ha colado por las plazas y avenidas, por las calles y bares, por tu mirada, por la mía. El invierno se ha situado entre la sombra de los caminantes, vehemente e insolente. Ha sorteado escenarios grises por falta de calor. Quizá por ingratitud. Quizá por desamor. Me ha susurrado al oído que no se marchara. Que al llegar, la miseria de la ciudad y la desnudez de las almas lo acogieron por necesidad. Le han esperado, porque el verano no llenó sus malsanas espectativas. He vuelto a casa y me ha recibido el silencio. Anónimamente me he rendido ante la noche.
He puesto el disco que escondía entre los cajones de abajo, aquel que quería guardar para no inmortalizar la nostalgia. He limpiado pacientemente las copas que compre y juré nunca utilizar, juramento que mancillé. Me he visto frente al espejo, y el reflejo me ha cobrado los años con filigranas de desnudez. Hospedé a la soledad, que se ha acomodado a mi lado, esta vez sin tristeza, ni alegría. La escucho con absurda indiferencia. He vuelto a mirar el pasado, aún no se porque lo hago, ya no duele, ni siquiera roza mi sensibilidad. Pero siempre condena, con el dedo acusador, con el hacha del verdugo, coloca mi cabeza en la guillotina, me grita desde los más profundos abismos que la deuda aún no esta saldada. Me he vuelto a observar y las filigranas del reflejo se acentuaron indelebles. La reminiscencia torno las paredes de la estancia de celeste color. Suele suceder, sé que no debo mirar atrás, llena el corazón de melancolía, arrastra el alma a remotos lugares y momentos que preferías haber guardado. Guardado mas no olvidado. He caminado por las calles de antaño y he recogido las huellas de tus zapatos, he escuchado tu risa a lo lejos, y he vuelto a amar tu dulce mirada cuando se posaba en la mía.
El invierno se ha colado en mis sabanas, me ha descubierto, me ha sorprendido entre sueños que arañaban ansiedad. Me ha hecho aferrarme a mi almohada. Me ha hecho encender un cigarrillo en medio de la nada. Me ha hecho tomar el teléfono y llamarte. Y el dedo inculpador me ha hecho callar, ha silenciado cada una de mis pensamientos no alcanzando a convertirse en palabras. Ha anudado mi garganta. Le ha hecho callar como la mirada amenazante del padre al hijo. He vuelto a renunciar. No llueve, ni lloverá. La ciudad permanecerá silenciosa, sin gotas que azoten brillantemente la acera. El invierno me ha jugado una mala pasada. Suele suceder cuando miro hacia atrás.
El invierno se ha colado por las plazas y avenidas, por las calles y bares, por tu mirada, por la mía. El invierno se ha situado entre la sombra de los caminantes, vehemente e insolente. Ha sorteado escenarios grises por falta de calor. Quizá por ingratitud. Quizá por desamor. Me ha susurrado al oído que no se marchara. Que al llegar, la miseria de la ciudad y la desnudez de las almas lo acogieron por necesidad. Le han esperado, porque el verano no llenó sus malsanas espectativas. He vuelto a casa y me ha recibido el silencio. Anónimamente me he rendido ante la noche.
He puesto el disco que escondía entre los cajones de abajo, aquel que quería guardar para no inmortalizar la nostalgia. He limpiado pacientemente las copas que compre y juré nunca utilizar, juramento que mancillé. Me he visto frente al espejo, y el reflejo me ha cobrado los años con filigranas de desnudez. Hospedé a la soledad, que se ha acomodado a mi lado, esta vez sin tristeza, ni alegría. La escucho con absurda indiferencia. He vuelto a mirar el pasado, aún no se porque lo hago, ya no duele, ni siquiera roza mi sensibilidad. Pero siempre condena, con el dedo acusador, con el hacha del verdugo, coloca mi cabeza en la guillotina, me grita desde los más profundos abismos que la deuda aún no esta saldada. Me he vuelto a observar y las filigranas del reflejo se acentuaron indelebles. La reminiscencia torno las paredes de la estancia de celeste color. Suele suceder, sé que no debo mirar atrás, llena el corazón de melancolía, arrastra el alma a remotos lugares y momentos que preferías haber guardado. Guardado mas no olvidado. He caminado por las calles de antaño y he recogido las huellas de tus zapatos, he escuchado tu risa a lo lejos, y he vuelto a amar tu dulce mirada cuando se posaba en la mía.
El invierno se ha colado en mis sabanas, me ha descubierto, me ha sorprendido entre sueños que arañaban ansiedad. Me ha hecho aferrarme a mi almohada. Me ha hecho encender un cigarrillo en medio de la nada. Me ha hecho tomar el teléfono y llamarte. Y el dedo inculpador me ha hecho callar, ha silenciado cada una de mis pensamientos no alcanzando a convertirse en palabras. Ha anudado mi garganta. Le ha hecho callar como la mirada amenazante del padre al hijo. He vuelto a renunciar. No llueve, ni lloverá. La ciudad permanecerá silenciosa, sin gotas que azoten brillantemente la acera. El invierno me ha jugado una mala pasada. Suele suceder cuando miro hacia atrás.
11 comentarios:
Eres mejor narradora que poeta, siga narrando mi linda que lo hace bien, traspasas.
Demasiado bueno, atrayente, melancolico, interesante.
Bella e inteligente que mas se le puede pedir?
Me llené de nostalgias de ese vago futuro feliz y perdido del amor. Pero no sé, por alguna extraña razón fui feliz con esos sueños, como si en forma inocente me creyera todo y ¿por qué no? Por qué no creer en la ilusión de este hermoso escrito.
Me encanta, que decir. Talvez un día cuando tenga tiempo podré escribir algo mejor al repecto. Por ahora solo digo que me gustó mucho.
Brindo por las personas valientes que hospedan a la soledad.
Saludos desde Costa Rica, gracias por la visita
A alguien escuché decir que "todo tiempo pasado fue peor" esta reminiscencia así lo describe. No todo es rosa; aun en la nada algo vibra y es el viento de la ruina. Aun en el caos brilla el canto apagado del dolor.
Jack Farfán Cedrón
Muy bueno la verdad.
Yo tengo 16 años y soy de argentina.
Si quieres pasate por mi blog, capaz ahy algo que te intereze y me alegraria tu opinion.
Lo mejor para vos y para tu pueblo.
Un abrazo grande, que andes bien.
Nicolas
Gracias por pasarte, Antes no lo queria mostrar a nadie, pero despues de un tiempo me pregunte ¿Si ayudo a alguien con esto?, ah quien sabe, que sea lo que dios quiera.
Un abrazo enorme, que andes bien.
Nicolas
me encanto, es sencillo y humilde, me da la impresión de un hablar en voz baja por la calle, mientra la gente pasa por el lado, y tu y tu tristeza.... pero a pesar de todo...algo en la boca que esta por arriba o por abajo de esos ojos tristes, ....
Ese invierno
un invierno de muchos,
acá también llegó.
creo que el título de tu texto le da un matiz poético que vibra, la imagen de la tarde noche vibra como el reflejo de una luna en un lago, vibra y quién diría que serías una poeta fácil, una exponente de bells imágenes, nostálgicas, vacías, solitarias, pero bellas, muy ad hoc para los buscadores de belleza como yo, habemos tantos
un abrazo, gaby
Uy! Vaya sorpresa! Usas muy bien tu prosa, creo que esta narración la leeré nuevamente, con una copita de vino. Repito, volveré.
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